Quienes sueñan con una escapada corta sin perder horas de vuelo tienen una candidata clara en el Atlántico español. Bosques primitivos, barrancos envueltos en niebla y calas de agua limpia conviven en una isla pequeña y manejable. Todo, con clima suave durante todo el año y sin renunciar a la comodidad de viajar dentro de España.
Dónde está esa selva que parece el Amazonas
La respuesta está en La Gomera, en el archipiélago canario. Se llega en unos 50 minutos en ferry desde Los Cristianos (Tenerife) o en vuelos insulares al pequeño aeropuerto de la isla. Este territorio, declarado Reserva de la Biosfera en 2012, conserva una red de espacios protegidos que mantiene intacto su carácter volcánico y su biodiversidad.
La Gomera une la laurisilva del Parque Nacional de Garajonay con calas de agua clara y accesos sencillos. Está a menos de una hora por mar desde Tenerife.
La capital es San Sebastián de La Gomera, puerto histórico y puerta de entrada a carreteras que trepan hacia la meseta central. En pocos kilómetros, el paisaje cambia de los cardones y tabaibas costeros a una selva húmeda que recuerda a los bosques tropicales, con ramas entrelazadas, suelos cubiertos de musgo y un silencio roto por el murmullo del agua.
Por qué recuerda a la Amazonia
El clima alisio genera la llamada “lluvia horizontal”, una condensación constante que alimenta la laurisilva, un bosque relicto de origen terciario. La sensación es de selva: humedad alta, sombras densas, árboles de gran porte y senderos mullidos. No hay anacondas ni ríos inmensos, pero sí barrancos profundos con cauces activos en temporada de lluvias y pequeños saltos de agua en zonas como El Cedro.
El Parque Nacional de Garajonay es Patrimonio Mundial de la UNESCO desde 1986. La isla protege además el silbo gomero, Patrimonio Cultural Inmaterial.
El Parque Nacional de Garajonay
El corazón verde de la isla se extiende por su parte alta. Caminos bien señalizados llevan hasta el Alto de Garajonay, techo insular y mirador natural sobre un mar de nubes. El bosque ofrece sombras frescas incluso en verano y senderos aptos para distintos niveles, desde paseos familiares hasta rutas de varias horas entre fayas, brezos y helechos gigantes.
Fauna y flora singulares
El endemismo es la norma. Destaca el lagarto gigante de La Gomera, una especie en peligro crítico que lucha por recuperarse. En las medianías y costas aparecen verodes, aeoniums y tabaibas, mientras que en las laderas secas proliferan higos chumbos y antiguos bancales que recuerdan la agricultura en terrazas.
Playas de aguas cristalinas para el baño
La costa gomera es volcánica, con arena oscura o cantos rodados, pero el agua suele ser diáfana. Hay zonas abrigadas para familias y otras ideales para nadar y hacer snorkel, siempre con atención a las corrientes.
- Valle Gran Rey: La Calera y el Charco del Conde ofrecen aguas más tranquilas; El Inglés enamora al atardecer, con oleaje y corrientes a vigilar.
- Playa de Santiago: resguardada por el muelle, con fondo limpio para aletas y gafas.
- San Sebastián: la playa urbana, amplia y práctica tras el ferry.
- Hermigua: piscinas naturales del Pescante y la playa de Santa Catalina, con oleaje variable según días.
- Vallehermoso: piscina del mar junto a la bahía, excelente alternativa cuando hay mar de fondo.
En la costa, el color del agua sorprende: fondos rocosos, visibilidad alta y rincones ideales para ver peces en superficie.
Cómo organizar tu escapada
La isla se recorre bien en coche de alquiler. Tres o cuatro días bastan para una primera toma de contacto; una semana permite combinar playas, senderismo y gastronomía. La red de miradores es extensa y los pueblos, tranquilos, invitan a un ritmo pausado.
| Opción | Duración aproximada | Desde |
|---|---|---|
| Ferry rápido | 50–60 minutos | Los Cristianos (Tenerife) |
| Vuelo interinsular | 30–40 minutos | Tenerife Norte o Gran Canaria |
Rutas y miradores que no fallan
Alto de Garajonay
Acceso sencillo desde Pajarito. El sendero corto lleva a un 360º con vistas a Teide en días despejados y a la red de barrancos que desciende hacia la costa.
El Cedro y su cascada
Ruta sombreada entre laurisilva, con área recreativa y cauce permanente. Ideal para hacerse una idea del bosque húmedo y su sonido constante de hojas y agua.
Mirador de Abrante (Agulo)
Pasarela de cristal suspendida sobre el acantilado. La vista al pueblo de Agulo y al océano resume el contraste entre la selva alta y la costa atlántica.
Consejos de seguridad y sostenibilidad
- Respeta los senderos señalizados; la laurisilva es frágil y se regenera lentamente.
- Comprueba el parte marítimo: hay playas sin socorrista y corrientes cambiantes.
- Calzado con suela adherente y chubasquero fino para la humedad de Garajonay.
- Evita plásticos de un solo uso; lleva cantimplora y recoge tus residuos.
- En episodios de calima, limita esfuerzos y refuerza la hidratación.
Datos útiles y curiosidades
El silbo gomero, un lenguaje que transforma las palabras en silbidos, sigue vivo y se enseña en la escuela. La UNESCO lo reconoció como Patrimonio Cultural Inmaterial en 2009. La isla también fue refugio vacacional discreto de figuras políticas europeas, seducidas por la tranquilidad y los paseos bajo los alisios.
El término laurisilva designa un bosque húmedo de hoja ancha que sobrevivió en Canarias mientras desaparecía del continente. Caminar entre sus fayas y laureles equivale a viajar atrás en el tiempo geológico. Ese ambiente verde contrasta con calas negras de agua turquesa, una combinación que provoca la sensación de estar en un lugar remoto sin salir de España.
Quien llegue con ganas de actividad puede combinar bañadas en Charco del Conde con travesías en kayak cerca de Playa de Santiago o salidas de cetáceos desde Valle Gran Rey. Para familias, las piscinas naturales y las playas más abrigadas reducen riesgos. Para senderistas, los caminos de Garajonay regalan sombra constante y temperaturas suaves incluso en pleno verano.
Una idea práctica para aprovechar la escapada: planificar un “combo” de dos islas. Volar a Tenerife Norte, cruzar a La Gomera dos o tres días y regresar. Así se minimizan tiempos de traslado y se suma variedad de paisajes, sin disparar el presupuesto. Queda abierta la puerta a volver en otra estación: las lluvias de otoño avivan el bosque, la primavera llena de flores los bordes de los senderos y el invierno mantiene el agua sorprendentemente clara para el snorkel.









