¿Tus radiadores huelen y no calientan igual ? La mezcla con agua calienteque todos usan

Muchos hogares buscan reducir consumo sin renunciar al confort ni al aire limpio.

Una especialista en limpieza doméstica propone un método rápido para poner a punto los radiadores antes de encender la calefacción. La rutina implica una mezcla sencilla y unos pasos claros para mejorar la circulación del calor y reducir el polvo en suspensión.

Qué propone la experta

La recomendación gira en torno a una solución de agua caliente con amoníaco para retirar la suciedad que se esconde entre aletas y huecos. El objetivo es abrir el paso al aire, evitar pelusas acumuladas y recuperar la transferencia térmica. No requiere desmontar el radiador ni productos caros.

Receta orientativa: 1 litro de agua muy caliente + 30 a 50 ml de amoníaco perfumado. Usa guantes y ventila.

El método resulta práctico en radiadores de chapa o aluminio pintado. La clave está en dirigir el líquido por las ranuras, recoger la suciedad sin salpicar paredes y secar al momento. Con ello se reduce el polvo que, al calentarse, genera olor y actúa como barrera térmica.

Por qué tus radiadores acumulan tanta suciedad

Los radiadores crean corrientes convectivas que arrastran partículas en suspensión. El aire caliente sube, el frío baja y, con él, cae polvo hacia las aletas. La electricidad estática y la grasa ambiental, sobre todo en cocinas abiertas, facilitan que se adhiera.

Efectos en energía y salud

• Pérdida de rendimiento: una capa de pelusa reduce el intercambio de calor y obliga a subir el termostato.
• Olor inicial: el polvo calentado desprende compuestos que molestan y dan sensación de “quemado”.
• Calidad del aire: ácaros y fibras circulan más cuando el equipo está sucio y el caudal de aire es mayor.

Un radiador limpio alcanza la temperatura objetivo más rápido y permite bajar 1 °C el termostato sin perder confort.

Cómo aplicar la mezcla paso a paso

• Apaga la calefacción y deja enfriar el radiador. Corta el paso de agua si vas a manipular purgadores.
• Protege el suelo con una toalla o bolsas abiertas. Coloca una bandeja baja para recoger escurridos.
• Prepara 1 litro de agua muy caliente con 30-50 ml de amoníaco. Evita envases con lejía o cloro.
• Ventila la estancia y ponte guantes. Si te molesta el olor, usa mascarilla de carbón activo.
• Vierte la mezcla desde arriba, lentamente, para que entre en las aletas. Repite en la parte posterior si es accesible.
• Pasa un cepillo estrecho o un estropajo atado a una cuerda por cada ranura para arrastrar pelusas.
• Seca con paños de microfibra. Revisa esquinas y zócalos para evitar manchas en tarimas.
• Purge si es necesario: con el radiador frío, abre el purgador hasta que salga un chorro continuo sin aire.

Seguridad y superficies compatibles

Precauciones básicas

• Nunca mezcles amoníaco con lejía u otros oxidantes. Genera gases peligrosos.
• Prueba en una zona poco visible si la pintura es antigua o está deteriorada.
• No empapes enchufes, termostatos o válvulas termostáticas. Cubre con film si están muy cerca.
• Evita el uso en radiadores eléctricos de aceite o toalleros con resistencias si el manual lo desaconseja. En esos casos, usa paño húmedo bien escurrido.

Si notas irritación de ojos o garganta, detén la limpieza, ventila a fondo y cambia a un limpiador neutro.

¿Funciona mejor que otros métodos?

La combinación de agua caliente y amoníaco disuelve grasas ligeras y libera pelusas compactadas. Aun así, no es la única opción. Para radiadores ligeramente sucios, el jabón neutro rinde bien. En viviendas con alergias, una pasada previa con aspirador y boquilla estrecha reduce el polvo volátil.

Cuándo hacerlo y qué puedes ahorrar

El momento ideal es ahora, con el sistema apagado y antes del primer encendido prolongado. Una segunda ronda a mitad de temporada ayuda si hay mascotas o obras recientes. En radiadores de baño, la humedad fija la suciedad: conviene un repaso mensual rápido con paño y jabón.

El impacto en la factura depende de hábitos y aislamiento. En un piso de 80 m² con calefacción central o caldera de gas, liberar aletas obstruidas puede mejorar entre un 5 y un 10% la transferencia de calor. Bajando 1 °C el termostato durante 8 horas diarias, el ahorro puede rondar 6 a 12 euros al mes en los meses más fríos.

Truco de control: si una toalla humedecida se ensucia al pasar por las aletas, aún quedaba película que aislaba el calor.

Errores frecuentes que frenan el resultado

• Limpiar con el radiador caliente: acelera la evaporación y fija manchas.
• Olvidar la zona posterior: ahí se forman tapones de pelusa.
• No secar el suelo de madera al terminar: aparecen cercos.
• Ignorar el purgado: el aire atrapado reduce el caudal y provoca ruidos.

Un plan de mantenimiento sencillo para todo el invierno

Establece tres acciones: aspirado mensual, limpieza húmeda bimensual y purgado cuando notes gorgoteo o zonas frías. Si instalas filtros antipolvo magnéticos o cubreradiadores ventilados, el polvo se acumula en el filtro y se retira en segundos. Los protectores para zócalo evitan marcas en tarimas y se quitan en primavera.

Alternativas sin amoníaco y consejos extra

Si no toleras su olor, mezcla agua caliente con unas gotas de jabón de pH neutro y alcohol isopropílico al 10%. Seca bien para no dejar velo. En pintura satinada, un paño de microfibra ligeramente humedecido arrastra la mayoría de partículas sin químicos. Para rejillas estrechas, una varilla con funda de calcetín viejo entra entre aletas y no raya.

Un último punto marca diferencia: despeja 20 cm frente al radiador. Cortinas largas, sofás pegados y cubiertas opacas bloquean el flujo de aire y restan calor. Con una limpieza correcta y una buena circulación, el sistema trabaja menos, el ambiente se vuelve más uniforme y el inicio del invierno se afronta con menos gasto y menos polvo en casa.